La operación comercial tras 'Matar o morir' está muy clara desde sus primeros compases y conociendo solo dos líneas de argumento: una versión femenina de 'Venganza' ('Taken'), con toques de las películas de venganzas de Bronson y compañía. Eso por si no fuera bastante obvio con la elección de su director, Pierre Morel, responsable también de aquella monumental pieza de acción sexagenaria producida por Luc Besson que reorientó la carrera de Liam Neeson y volvió a poner de moda a los héroes de acción implacables, ultracapacitados y sin tiempo para chorradas.
Esa moda nos ha dado en tiempos recientes películas muy estimulantes, como las dos magníficas 'John Wick', la estimable 'Atómica' ('Atomic Blonde') y las dos interesantes entregas de 'Equalizer'. 'Matar o morir' es mucho más modesta: en lo visual desde luego, pero también en lo argumental. Volvemos a una simplísima historia de venganza áspera tras la muerte de unos familiares cercanos asesinados cuyos orígenes podemos rastrear hasta los setenta y la primera 'El justiciero de la ciudad' (Death Wish).
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